QUÉ LEEMOS SUMMER EXPRESS!

DUNE de Frank Herbert
por Andrés Romero

La invitación a escribir en este espacio llegó de improviso y con apuro, como lo hacen las pelirrojas peligrosas de las novelas negras…  «el instante en el que entró, supe que traería problemas»…  y si este número de «Conversaciones» se dedicase a la histeria, no tendría dudas… pero no voy a recomendarte, por ejemplo, » El halcón Maltés», de Dashiell Hammet.

Tampoco empezará nuestra novela con un apagón y un disparo.  Eso dejémoslo para el brillante detective que hará la deducción sobre el culpable en un salón lujoso y exótico, en una insuperable novela de suspenso estilo Agatha Christie.

Sin embargo, es verano y tu gusto literario lo sabe.

Y especialmente en verano, me gustan esas novelas que te envuelven, y que ni la arena ni el viento alcanzan para romper el hechizo absorbente que te transporta a otro mundo, como esos efectos un poco cutres que hacían en Startrek…

Y ahora sí, de eso se trata: ciencia ficción.  De adolescente leí «Las crónicas marcianas» de Ray Bradbury.  El prólogo de la edición que tengo es de Borges, y allí dice (cito de memoria, así que tal vez no sea del todo Borges) que la buena ciencia ficción narra historias que pueden suceder en Marte o en Dinamarca, en cualquier tiempo.

La que te invito a leer sucede en Arrakis.  Al mejor estilo Game of Thrones, el joven heredero de un casa Ducal tendrá que enfrentar la prueba del Gom Jabbar, llevada a cabo por la superiora de una extraña casta de Damas un poco brujas.

Dune, de Frank Herbert, la novela que te recomiendo, usa la ciencia ficción como excusa para describir un sistema feudal interplanetario, en alguna galaxia muy, muy lejana, en la que el joven Paul Atreides recorrerá un arduo camino para asumir un destino y un nombre:  Muad’Dib.  En este sentido Duna es casi una ficción religiosa.  El nacimiento de un héroe o de un símbolo.

Amor, luchas políticas, gusanos gigantes del desierto, crímenes, traiciones, y todo aquello tan afecto al universo de Amo clásico, con una pizca de magia disfrazada de ciencia (pero por suerte sin esas explicaciones latosas que algunos escritores gustan promover en sus propias novelas de ciencia ficción).

En fin…  insisto, es verano y tu gusto literario lo sabe.  Espero encontrarte por Arrakis, donde también hace calor…

El que tiene sed  de Abelardo Castillo
por Martín Bertea

Abelardo Castillo no necesita presentación, lo que pueda decirse de él, en tanto escritor, más vale ir a encontrarlo en su amplio repertorio. La lectura de su obra es una experiencia en sí misma.

El que tiene sed presenta una particularidad interesante: sin ser una novela biográfica, escenas de la vida de Abelardo Castillo se encuentran desparramadas a lo largo del libro.

De su relación con el alcohol, el autor nos ofrece una lectura que produce una montaña rusa de sensaciones: se pasa rápidamente de lo cómico a lo trágico, de la angustia al chiste, de la exaltación al desasosiego.

Esteban Espósito, personaje principal, se ve envuelto en el sufrimiento en su adicción al alcohol, describiendo magistralmente las diferentes escenas de la vida en las que un vaso lleva a otro y así la cuenta se pierde: “También es cierto que podía pasar meses enteros tan abstemio como una monja embalsamada, pero no más de diez segundos entre un vaso y otro”.

Así, la relación con la bebida, se convierte en la peripecia de la vida cotidiana, su relación con el trabajo y las mujeres. Por suerte, ningún tufillo moralino está presente en el libro, Abelardo Castillo se toma su tiempo para elegir cada palabra que remite a un estado de ser que lo atraviesa: “O no había descubierto esa misma tarde que no es el alcohol lo que emborracha. No es el alcohol, es el estado de ánimo, el estado de ánimo con que se lo toma”.

Como si esto fuera poco, referencias literarias, filosóficas y  una filosa y cómica crítica a los servicios de salud mental, a los servicios de internación e incluso al  psicoanálisis, hacen de este libro una cita para nuestra clínica que más vale no rechazar.

Esteban Espósito fue el personaje a partir del cual Abelardo Castillo retoma el acto de escribir luego de unas pequeñas vacaciones. Cuando parecía que no había más que decir, El que tiene sed nos dice mucho.

 

Kentukis de Samanta Schweblin
por Ana Sol Sikic

Múltiples historias se entrelazan en esta novela fragmentada donde hay un factor común: un lado y el otro  de un “Kentuki”. ¿Qué es un Kentuki? en apariencia una tierna mascotita robótica y poco humana. En su calidad de objeto es la pura mirada. Cada uno de los personajes elegirá de qué lado del ojo se ubica ¿Mirar o ser mirado? De un lado, la exhibición de la vida cotidiana hace del mudo kentuki el partenaire de la trama fantasmática que retorna en no saber qué ojo es el que ve. Del otro, un puro ojo que está sometido a lo que el otro quiere mostrar. 

No se trata de una mirada unificada omnisciente como en 1984 en que el amo es “el Lider”. En Kentukis, no se sabe quién o qué es el amo, pero cada kentuki en su forma customizada a elección (dragoncitos, conejitos, topos) funciona como un “losange”: todos son esclavos de su propio fantasma acerca del cual poco sabe, como en el sofisma de los prisioneros.

Una clara representación del amo moderno: uno para cada sujeto.

Los restos del día – Kazuo Ishiguro
por Carlos Rossi

Desde siempre, en cada novela, se esconde una bildungsroman. Después de Keruac, todo relato es el relato de un viaje. Una plácida complacencia discurre en el texto de Ishiguro para anotar la experiencia iniciática y viajera de Stevens, antiguo mayordomo de la Inglaterra de los años cincuenta. Lord Darlington ha muerto y el descubre que – luego de treinta años de servidumbre voluntaria – casi no lo ha conocido. Por primera vez se enfrenta a la posibilidad de hacer uso de su tiempo. Quiere enamorase de la vida pero se encuentra con un obstáculo impensado: no hay vida sin narración, ni narración sin voz propia. La destreza de Ishiguro, nacido en Nagasaki pero criado en Londres desde los seis años, es darle voz a Stevens. La historia en sí es secundaria pero, lo sabemos, no hay modo de resolver ese enigma sin atravesarla. Sin ese recorrido – que es iniciación y viaje – no hay modo de hacerse oír ni de contar-se la propia historia que es aquello que resta cuando, finalmente, el amo ha muerto.

Horoscopo Chino 2020 de Ludovica Squirru Dari
por Lilian Giubetich

Tomando la idea de que un psicoanalista tiene que estar a la altura de la época no podía falta en nuestra sección “Que leemos” la Nueva edición de unos de los best sellers constantes de la industria librera.

No solo el lector encontrará predicciones anuales y globalizadas basadas en la astrología china, una combinación de numerología, la observación del Sol, la Luna, Venus y Júpiter, sino que también encontrará sugerencias sobre el amor, tratamientos para su cuerpo y momentos para la toma de decisiones, según su animal en el horóscopo.

Según Ludovica  ésta crisis es la más globalizada que se ha conocido en la historia de la humanidad, lo cual nos entusiasma aún más a ubicarnos del otro lado de lo globalizado.

El año de la RATA DE METAL que viene “como un cohete al espacio sideral” parece ser que tiene una órbita freudiana: lleva a un cambio de conciencia, lo cual nos viene a apuntalar el trabajo a los psicoanalistas que haremos debajo del cohete.