
IKIRU (1952) de Kurosawa
por Lucas Simó
¿Por qué sugerir una película de Kurosawa de 1952? ¿Acaso porque resulta imposible olvidar al hombre del traje gris, al señor Watanabe, funcionario de la máquina burocrática quien fuera casi capaz de alcanzar un récord de tres décadas ininterrumpidas de trabajo sin haberse retrasado ni siquiera tan solo uno? No resulta como tal un argumento interesante a menos que por curiosidad se pretenda encontrar una fórmula infalible de una práctica tanatopráxica con sus consecuentes instrucciones.
Quizás sea porque irónicamente un diagnóstico fatal se le anuncia al protagonista, quien aún existiendo, estaba muerto hacía años, como sentencia la voz en off en una escena. Noticia que por cierto, precipita la condición de finitud y se abre como una flor y no como una herida sobre el ser de este hombre. La certeza inminente de la muerte se presentifica en el rostro atónito y paralizado de Watanabe, quien pone de manifiesto una profunda perplejidad de quien advierte repentinamente, gracias a un momento de fulgurante clarividencia, que va a morir sin haber todavía vivido.
Ikiru, una película sobre el desesperado intento de “vivir antes de morir”. Pero, ¿en qué consiste vivir? Pregunta que de manera muy vaga o de forma acuciante ha insistido a lo largo de los últimos meses por razones de pandemia. Sobre el final, la sentencia nos invade, lo triste no es morir, sino hacerlo sin haber vivido, tan parecido a lo que dice aquella canción de Calamaro y Mariano Mores “debería estar prohibido haber vivido y no haber amado”.
En efecto, esta estremecedora obra maestra, no necesita recomendación.

WE ARE WHO WE ARE (2020) de Luca Guadagnino
por Martín Bertea
“Lleva un tiempo saber si un lugar es para uno”. Así es el recibimiento a Fraser y sus dos madres en una base militar de los Estados Unidos en Italia, lugar al que se mudan para que una de ellas asuma el cargo de comandante de dicha base. Este será el reclamo principal de este joven a su madre por tener que abandonar la rutina y su antigua vida.
Fraser se presenta a la cámara con sus uñas pintadas, el pelo teñido de un rubio un tanto desprolijo y ropa que sus pares señalarán por cierta rareza. Esquivo de las miradas, amante de la poesía y la música, conoce a Caitlin mientras ella lee un fragmento de poesía: “Yo soy aquella que sufre por amor. ¿La tierra es gravedad? ¿Acaso toda materia adolorida no atrae toda materia? Entonces mi cuerpo es todo lo que necesito conocer”.
Este fragmento parece impresionar al joven que un poco desorientado de esa escena se encuentra con los cuerpos desnudos de algunos soldados que se bañan: “¿Estás perdido?”, le grita uno de ellos mientras intenta reponerse de la atracción que le produce el cuerpo desnudo.
En estas dos escenas se advierte la importancia del cuerpo para estxs adolescentes durante los tres episodios que componen esta mini serie. Fraser intenta acercarse a Caitlin, la observa desde la ventana de su casa pero no sabe cómo hacerlo. Una vez más la dimensión del cuerpo y la ruptura de los discursos establecidos construye un puente entre ellxs.
Caitlin suele vestirse con la ropa de su padre cuando está fuera de la base militar atrayendo la atención y el deseo de las jovencitas italianas. Allí se nombra como Harper. Entonces Fraser le hace un obsequio que incluye un signo de amor, en tanto apunta a su división que no se deja encasillar en los binarismos varón/mujer según estereotipos. Le hace llegar una chomba y un pantalón de jean. Desde ese momento el lazo queda consolidado.
La historia de Caitlin/Harper y Fraser es una historia de amor que no cae en el clisé y el romanticismo heteronormado. Atraviesa el amor en la amistad, el acompañarse en la turbulencia del cuerpo y de las posiciones sexuadas que no están definidas. A Fraser una de sus madres le enseña a afeitarse, él a su vez le muestra a Caitlin cómo hacerlo hasta llegar a sellar en un pacto el que nunca se besarán. Esto no detiene al amor.
El verano y el calor italiano cruza la pantalla. Coincide que en esta parte del hemisferio esa estación se acerca y me recuerda al juego poético de Albert Camus: “En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible”. Fraser y Caitlin recorriendo sus profundidades van descubriendo el invierno y el verano que lxs habita.
Para concluir ensayo una posible traducción del título “We are who we are”: “Somos quienes somos”, y también “Unx es quien es”.

LIKE CRAZY (2011) de Drake Doremus
por Lilian Giubetich
Like Crazy es una película dirigida por Drake Doremus que trae la intensidad del amor entre una pareja joven y el tratamiento con la contingencia que atraviesan.
Anna (Felicity Jones) una joven británica que estudia en la universidad de Los Ángeles, y Jacob (Anton Yelchin), un joven norteamericano, ambos se enamoran y la pareja se ve “obligada” (ya entenderán porque las comillas) a separarse por cuestiones del visado.
A distancia intentan soluciones fallidas para continuar la relación, pero a la vez no pueden separarse.
Es una película que permite pensar como el (des)tiempo subjetivo en decisiones frente a la contingencia sostiene una repetición de goce donde ese intenso amor inicial vira hacia el obstáculo y el desencuentro.

LLÁMAME POR TU NOMBRE (2017) de Luca Guadagnino
por Soledad Calderón
“Llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío”
Este film (2017), dirigido por Luca Guadagnin basado en la novela homónima de André Aciman (2007) nos cuenta la historia del primer amor de Elio, un joven de 17 años de una familia con múltiples raíces.
La delicada trama acontece en algún pueblo del norte de Italia en el verano del 83. Los paisajes, los pequeños senderos recorridos en bicicleta, las tardes junto al río y los albaricoques dan el marco para que Oliver y Elio descubran que su compañía es más que una amistad de vacaciones.
La banda sonora va pulsando cálidamente la sensualidad de los encuentros. Pocos son los diálogos, porque los intercambios son de otra índole, gestos, sonrisas, peleas y juegos en el agua.
En todo momento puede sentirse que ese verano no será como los otros. Algo distinto se nombra allí.
¿Es mejor hablar o morir?
Si supieras lo poco que sé de las cosas que importan….
Pensé que sabrías…
¿Por qué querías que supiera?
Porque quería que tú supieras.

ON THE ROCKS de Sofía Coppola
por Ana Sol Sikic
Todo lo que hace el amor de una hija hacia un padre está en On the Rocks de Sofía Coppola. Lo hermoso de esa relación de complicidad, lo inespecurlarizable y también la repetición de los puntos oscuros. Es una película entera del fantasma de una hija que por creer demasiado en el padre y sus mitos no puede escribir su propia historia, ni en sus libros ni con el hombre con quien comparte su vida.
Es un hermoso vaivén entre la posición como madre de sus hijas, su posición como mujer deseante y su dificultad para dejar de ser la mujer de su papá. La frase con la que inicia la peli: “aunque te cases, siempre serás de papá” anuncia lo que sigue: al igual que en un análisis, algo del orden del acto es necesario para poder ir más allá del padre.