Esta joven escritora, junto a otras mujeres conforman el colectivo “Write like a girl”, en nombre del colectivo nos cuenta en este espacio algo acerca de ellas, de cómo es escribir con otros, siendo además mujeres y frente a qué surge como necesidad. También nos habla sobre su última publicación, escrito íntegramente en forma colaborativa, “Y yo que me creía tan libre”.
“Y yo que me creía tan libre intento ahora en vano y desesperada reconstruirte para encontrar respuestas, me inmolo en este enredo de historias recompuestas, inventadas, desarcidas, ensayo idiotamente cuál de todas las memorias se habrá correspondido mejor con lo que alguna vez sentiste”.
Colectivo Write like a Girl
¿Cómo surge esto de escribir con otros? y ¿Frente a qué surge esa necesidad?
Me parece que esto se puede relacionar con otra de tus inquietudes planteadas en la previa, porque vos me preguntabas por el nombre del colectivo, que es en inglés, de hecho tenemos muchos problemas para pronunciarlo correctamente (ríe). Pero en realidad cuando elegimos ese nombre, fue más que nada para hacernos eco de la consigna feminista surgida en EE.UU. Nos han criticado más de una vez por usar un nombre en otro idioma, pero tiene que ver con el “Fight like a girl” (Pelea como una chica)
La primera intención de este colectivo surge con la iniciativa de Victoria Urquiza que junto con Marinés Scelta (aún integrantes) lo que buscaban hacer era romper con una hegemonía que había en el ámbito cultural mendocino, de la literatura hecha y dirigida por hombres. Los espacios de circulación y visibilización de la poesía, siempre eran digitados por alguna figura masculina, eran ellos quienes un poco decidían quiénes leían y quiénes no.
En ese momento éramos 6 y ahora somos 5, antes estaba Sofía Criach y Malena Orozco que ya no están y quedamos 4 de las originales, Victoria Urquiza, Marinés Scelta, Noelia Agüero y yo. Luego, se unió Leticia Brondo
La idea fue juntarse a generar un espacio de circulación, visibilización y producción de textos que sea exclusivamente coordinado por mujeres, abrir en el campo un espacio que no existía o si lo había era en muy escasa medida.
Comenzamos a realizar recitales de poesía, invitando a otras artistas mujeres de otros ámbitos. Queríamos que fuera un espacio para el quehacer artístico de las mujeres.
Pasaba algo…. Todas éramos egresadas de la facultad de filosofía y letras y se da esta realidad de que escribir en la academia es imposible, porque hay estándares muy altos, se supone que no estás estudiando para eso. Hay mucha deslegitimación de lo que uno hace en función de eso. Por eso era un correrse de la academia y de los espacios dirigidos por el patriarcado mendocino y generar un nuevo espacio en donde se visibilizaran nuestros textos.
En ese momento yo no escribía demasiado, lo hacía, pero tal vez no lo compartía, al igual que las chicas, estaba en cada una esa idea de… y bueno…. ¿quién es escritor? ¿Quién es escritora? ¿Quién está bien que comparta lo que escribe? Cuando salís de esa institución es muy difícil hacerte cargo de tu propia escritura.
Lo que decis es que hay algo del discurso universitario que termina coartando en cada quien pasa por ahí la posibilidad de autorizarse a escribir
Exactamente, termina limitando las posibilidades de concretar esta práctica: te entrenan para leer, para leer a los que escriben bien y también para criticarlos, pero no para escribir. De hecho si te fijas, la grandes figuras literarias mendocinas, me centro en Liliana Bodoc, es una escritora que no terminó esa formación, otro escritor que admiro mucho, mendocino, que ha ganado muchos premios es Pablo Colombi y también…. lo mismo. Hay algo ahí de negación…. En general quienes entramos en este círculo de arte de la escritura, terminamos de alguna u otra manera siendo expulsados de esa academia en particular.
Volvamos al nombre del Colectivo
El Write estuvo puesto por la noción de escritura, pero remitiendo al Figth, pelear el espacio, permitirnos la existencia.
Al poco tiempo que empezamos y nos hicimos un poco conocidas nos comenzaron a preguntar por esto, ¿qué es escribir como una chica? Y nosotras empezamos a responder que ese no era el sentido, porque creemos que no hay una manera de escribir como una chica, en todo caso si hay algo que define a la escritura femenina es la exclusión, la marginalidad, el estar fuera del campo, por eso el énfasis del fight. Para nosotras la escritura femenina no debe ser un subgénero de la escritura general, y mucho menos lo femenino en términos de mariposas y arcoiris.
Eso tal vez sería pensar la escritura en clave de estereotipos de género, pero vos estas diciendo que una singularidad en la escritura femenina, que tiene que ver con todas estas batallas que atraviesa para poder hacerlo, como que eso está en el seno
Con el tiempo fuimos descubriendo que otra cosa que caracterizaba a la escritura con mujeres era el deseo de romper con esos cánones, de-construir esos estereotipos desde lo más amplio como los espacios de circulación, pero también desde la propia palabra. O sea, cómo de-construir el estereotipo y la marginalidad desde la palabra.
En la primera lectura que hicimos como colectivo cada una leyó sus textos que forma parte de una antología, pero son textos individuales, excepto por el manifiesto del colectivo que es uno de los textos que más amamos. A ese manifiesto lo escribimos entre las 6 para exponer desde donde nos estábamos parando para plantear esto que había comenzado. Fue colectivo y muy mágico: hasta el momento no habíamos escrito nada juntas. Es nuestra lanza de batalla.
Desde ahí empezamos a plantearnos a la literatura colectiva como una opción real, una decisión, un deseo conjunto. En primer lugar, encontramos una gran satisfacción. Después pensamos que así era manera de de-construir esto del canon establecido siempre alrededor de hombres blancos, muertos y cristianos. Empezamos a repensar el autor como un producto más del capitalismo y el patriarcado. En esta noción de la individualidad y del trabajo del ego, el autor es él, y nadie más…
Un Uno
Sí, por eso surge la necesidad de romper con la noción de autor único y escribir colectivamente. Al mismo tiempo, nos costó asumirnos como feministas, por procesos personales, además de que por el 2016 en Mendoza todavía estaba como muy verde, nos costó abrazarlo y decir “bueno sí, somos feministas y escribimos desde el feminismo”.
Como somos todas “ñoñas” la manera de empezar fue leyendo e investigando sobre los feminismos, tenemos una biblioteca feminista que hemos armado entre todas.
Podemos pensar que el amor es un tema central como colectivo
Si, totalmente, el amor pero por fuera de la idea de amor romántico, tarea difícil, porque esto no se logra de la noche a la mañana. Empezamos por revisar cómo se construyó o formó esto, rastrear desde la literatura misma estos sesgos de lo romántico que nos fueron taladrando la cabeza desde la “novelita”, empezar a provocar, poner en tela de juicio, por ello uno de los personajes de esta novela, que no es novela
¿Por qué no es una novela?
No en el sentido estricto, porque está compuesta por distintos fragmentos con distintos estilos y distintas voces. Hay muchas voces, pero ninguna es reconocible, son nuestras voces pero no individualizadas. El autor es el colectivo. Uno de los personajes, como decía, es Penélope. Pero quiero terminar la idea de la escritura colectiva… ¿Cómo se hace para escribir? Porque dejar de lado el autor individual también es una deconstrucción que no es fácil. Lo hermoso de esto fue que, al generarse una red tan fuerte entre nosotras, permitió que cada una laburara en sí misma el borramiento de la individualidad. Yo aporto, pero una vez que aporté al colectivo lo que yo escribí deja de ser mío.
¿Deja der ser tuyo, pero no es sin ese aporte que es tuyo, borramiento del uno, pero sin prescindir de tu voz, estilo, etc.? No es el todas somos Uno, porque sería como lo mismo
Claro, de hecho es muy rastreable lo que hay de cada una, sobre todo para nuestros cercanos, me han dicho “te reconocí en este fragmente de acá o allá” tal vez en vez de borramiento puedo decir que hay una mutación, una vez que uno pone su contribución eso puede ser totalmente modificada por las demás.
¿Cómo trabajan en lo concreto?
Tenemos un drive del colectivo y entramos con ese usuario, no desde los mail de cada una, y escribimos. Nunca se sabe quién escribió, borró y/o corrigió.
Se permiten borrar algo que escribió otra
Si, fue un laburo grande.
¿Se avisan? O ¿se encuentran con la sorpresa?
No, no tenes idea, ves los cambios, pero no sabe quién los hizo
Al no ser una carpeta colaborativa de drive no se puede visibilizar quien hizo qué…
Al principio era así como decis, pero a veces pasaba algo así como “J siempre le borra a X” quizá lo que pasaba era que J tenía un estilo muy diferente a X. En esto de mirar estas cuestiones nos dimos cuenta que eran residuos de la individualidad del autor. Entonces la decisión que tomamos fue esta, no queremos estar identificadas en la escritura, la escritura es de todas.
¿Disminuyeron las tensiones con esto? Porque pensaba en esta idea de la batalla que traías al principio y cómo el deseo del colectivo responde a un poco a batallar con el afuera desde varios flancos, lo hegemónico del mundo literario, el amor, el autor. Y una batalla de Uds. contra Uds. mismas y los residuos de la individualidad del autor, plasmados en lo que se generaba a partir de las intervenciones en el drive
Si un poco se tuvo que batallar con la idea de “ay, me borraron mi texto”, y en esto cada una tuvo que trabajar el por qué dolía, todas hicimos ese proceso y lo dialogamos. Aceptamos las reglas del juego y nos involucramos con esta forma de trabajo. Pudimos interpretar que eso que se sentía como “me extirparon una parte del texto”, era el residuo de la posesión. La escritura como una extensión de mí misma. Todo este trabajo implicó muchos otros, por ejemplo, hicimos una producción de fotos todas juntas con Romi Abel, una fotógrafa que trabaja con desnudos artísticos e hicimos un desnudo colectivo. Y fue muy fuerte, ponerse así “en pelotas” delante de la otra con tus complejos, tus marcas, miedos, etiquetas…. Y durante las 4 hs. de producción hablamos de esto, de nuestras historias. Y eso después se volcó a la escritura. Es un trabajo en donde hemos puesto el cuerpo, somos conscientes que al salir de donde salimos ponemos sólo la cabeza. El acto de desnudarse y poder nombrar varias cosas en torno a los cuerpos y su historia contribuyó a la mutación de lo individual a lo colectivo.
¿Esto de desnudarse se relaciona con la posibilidad de mostrar algo de lo íntimo en la escritura?
La historia de la novela tiene que ver absolutamente con esto, con esta sesión de fotos cerramos la creación del libro. Una vez que ya habíamos hecho ese otro desnudamiento emocional.
La novela la empezamos a escribir en el 2017, particularmente empecé a escribir en relación a la pérdida intentando poner palabras a lo que no se puede compartir con otros en esas circunstancias y por otro lado en relación a la figura de la abuela materna. De ahí sale una frase de la cual luego sale el título del libro.
Pensaba la relación entre el amor y la pérdida y luego la escritura en donde acontece otra pérdida, cuando algo se escribe algo a la vez queda por fuera de esa escritura.
Si de una, la novela fue un intento de perder y recuperar cosas. Te leo ese fragmento: “Y yo que me creía tan libre intento ahora en vano y desesperada reconstruirte para encontrar respuestas, me inmolo en este enredo de historias recompuestas, inventadas, desarcidas, ensayo idiotamente cuál de todas las memorias se habrá correspondido mejor con lo que alguna vez sentiste”. El porqué de este “Y yo que me creía tan libre” tiene que ver con que una está muy tranquila con la idea de que está haciendo su vida en pleno siglo XXI, tomando sus propias y únicas decisiones. Pero una vez pasada por terapia, te das cuenta que hay mucho de eso que está influenciado, condicionado y no sos totalmente libre y ni siquiera consciente de esa falta de libertad en sentido estricto. De repente te das cuenta de que mucho de lo que sos, de lo que elegiste, tiene que ver con tu historia familiar, con cómo te enseñaron a ser mujer… el libro tiene un poco que tiene que ver con eso: cómo somos y queremos ser.
Tuvimos que hacer ese recorrido por lo heredado, por los patrones de cómo fueron nuestras madres y abuelas, moldes que no están fuera de una sociedad patriarcal que espera algo de una. Estudiamos nuestras historias y empezamos a escribir sobre todo esto, las grandes mujeres de la familia, las sufrientes, las valientes, qué nos llegaba de ellas; como también en un intento de reelaborar el tema de la herencia. Por ello algunas de las partes del libro se llaman “Herencia hereje”, “Rojo”, “Fantasmas”… formas de prosa poética en donde registramos esta búsqueda, relectura e interpretación que cada una hizo de cuán libre o (no) somos y podemos ser.
Pensaba en estos apartados del libro, “fantasmas”, “herencia”, en su relación con esas figuras femeninas de la historia de cada una, y si pensaron que desde ese lugar había algo del orden de una palabra de amor que había que rescatar y otras de las cuales había que ser un poco hereje
Si, para poder hacer esto hay que nombrarlo, tal vez en un gesto, casi pretensioso de nuestra parte, de tomar la palabra que nuestras ancestras no pudieron tomar. Hay otro apartado, “Mamushkas”, en donde ahondamos más sobre esta especie de obsesión con la abuela materna, y cómo es que en definitiva ella nos llevó de alguna manera en su vientre. Porque al concebir a una mujer, la mujer se gesta con sus propios óvulos, vos también estuviste adentro de tu abuela. Hay mucho en esas historias de lo que ella no pudo decir y nombrar, que nosotras notamos que pudimos destapar, varias terapias alternativas dicen que saber ya sana algo.
No sólo el saber, sino el poder hacer algo con ese saber, sino se aprendería en la academia…
Retomo este concepto de las Mamushkas y lo generacional que toman como punto de inflexión para empezar a escribir, y lo interesante tal vez a mi modo de ver de este simbolismo es que se puede ser una adentro de la otra en una especie de encierro, de lo compacto de la Una Mamushka o se puede lograr la separación, rescatando cada Mamushka con su singularidad, pero no sin la referencia de lo anterior.
Sí, es asumir que aunque yo me creía tan libre hay Mamushkas más grandes que yo, no nací sola en el mundo, no se puede derribar todo. Después de nombrar comenzamos a re-nombrar desde el amor, construcción y deconstrucción desde el lenguaje y la palabra misma. Hay un apartado en el que trabajamos con los femicidios y cómo se comunican y hacemos un “Elija su propia noticia”. Es necesario hacer un cambio ahí: cómo se comunican esos femicidios, el discurso que los envuelve, sostiene la naturalización de esos crímenes.
Otra deconstrucción que te conté antes en torno al amor lo trabajamos con Penélope, que aparece en dos sentidos, en fragmentos en donde ubicamos a algunas Penélopes de la historia familiar.
Antes que te adentres en este re nombrar Penélopes, que lugar tiene para Uds. este personaje desde la literatura
Penélope es Penélope porque es la esposa de Ulises, no es una mujer que era la reina de… era la esposa. Empieza siendo a partir de un hombre, encima de un hombre que ni siquiera está. Está en una actitud de espera, sumisión, corrección durante toda su vida. Cuando llega Ulises ella no es la que era y él tampoco. Cuál es el sentido de esa espera? Mientras que Ulises estaba en islas teniendo amoríos con otras mujeres (como mínimo)
Tal vez se puede re pensar esta espera del amor sabiendo que lo que va a llegar siempre es otra cosa, uno espera, tal vez eso no cambie… no sé si pudieron pensar eso
Sí, pero lo pensamos más bien en el sentido de la libertad de esperar o la libertad de decir: “no quiero esto que llegó después de la espera”. Asumimos que le llega e inlcusive une mientras espera puede tornarse distinte, pero también que podemos decir no quiero esto.
Después hicimos “Las cartas a Centón”, Centón es el nombre de un método de escritura en donde se toman fragmentos de distintos textos para armar uno nuevo. Hicimos una convocatoria para juntar escritos. Después, por decisiones de derechos de autor, decidimos no incluir el resultado de ese ejercicio, pero quedó flotando un disparador: unas Cartas a Centón, en las cuales puede leerse a una mina que empieza super encamotada y lo termina mandando al diablo. La vuelta que le dimos es que esas cartas las escribía Penélope y eran para Centón Eumeo (el porquero de Ulises). Las cartas van subiendo de tono, las primeras son del “te amo y te espero”, pero rápidamente no espera más. Ahí nos dividimos y cada una escribió una carta y de ahí sale un poco también como cada una está viviendo el amor, o como no quiere vivirlo más.
Para ese entonces, el texto nos había quedado muy lacónico. Queríamos cortar el tono lúgubre, así que le metimos algo de humor con las “Conductas frente a las piñatas”. Charlando sobre los cumpleaños infantiles y las piñatas, coincidimos en que micro-evento era una especie de ensayo sociológico en donde el mundo adulto miraba cómo cada une se desempeñaba y un poco predecía el funcionamiento futuro en la vida. Uno de esos relatos cuenta que la estrategia para levantar caramelos era, nada más y nada menos, levantar la falda.
La niña hereje que se levanta la falda para más
La única no escrita desde la perspectiva de una niña es la que escribe una madre y se larga ella a recoger caramelos para resarcir su propio fracaso infantil.
Lo último… cómo surge tu amor por la palabra
Creo que primero surge como un intento por recuperar y luego como pérdida. La palabra vino a llenar agujeros muy concretos luego de la muerte de mi papá. Lo único que me quedó de él fueron palabras. Después en mi vínculo con mi familia, el único puente era el de la palabra, los cuentos contados en la noche, el cantar canciones y las letras. Desde muy chica tuve amor por la etimología, por el deleite de la palabra y la multiplicidad de caminos que abre. Yo a los 12 comienzo a escribir y me doy cuenta que las palabras me seducen. Siento amor por las palabras. Eso lo compartimos todas en el colectivo. Eso quedó dormido un tiempo, aunque siempre fui lectora, en momentos de soledad siempre estuvo la literatura. A los 17 años descubro mi amor por la docencia y me di cuenta que las dos cosas iban de la mano. Hoy no están de la mano, la escritura es mi espacio personal y la docencia el espacio que comparto con los demás. Definitivamente mi amor por la palabra terminó de cuajar cuando entré al colectivo.
¡Muchas Gracias!
CONSTANZA CORREA LUST
Gitana renegada y reelegida, exiliada permanente, lectora voraz y escritora sin asumir. Mamá de Dante, docente por vocación y convicción, en la secundaria y la universidad. Doctoranda eterna y conflictuada.
Parte del “Colectivo Write like a Girl” desde el 2017, un proyecto que busca generar espacios contrahegemónicos de escritura colectiva y feminista.