XI
Treinta rayos convergen en el cubo de una rueda
pero es de su vacío que depende la utilidad del carro.
Modelando la arcilla se hace vasijas
pero es de su vacío que depende la utilidad de la vasija.
Se horadan puertas y ventanas para hacer una habitación
pero es de su vacío que depende la utilidad de la habitación.
En consecuencia
así como nos beneficiamos de lo que es
debemos reconocer la utilidad de lo que no es.
Tao Te King -Lao Tse[1]
“El vacío que ofrece a la palabra es lo que llamo el lugar del Otro”[2]
Si hablamos de un lugar, cada sujeto es siempre un lugar y otro lugar,
Hoy estoy en Conversaciones con el Otro en otro lugar, al margen y a la vez dentro. Al borde de un lugar que no deja de provocar-me, cuestionar-me y poner-me a trabajar.
En el capítulo VII del seminario 19 …o peor Lacan pregunta : ¿El ser hablante es hablante a causa de lo que le ocurrió a la sexualidad, o esto le ocurrió a la sexualidad porque él es el ser hablante?[3]
Pregunta que lanza para continuar un desarrollo que desembarcará en el seminario 20, pero que a la vez ya orienta durante éste seminario.
La función llamada sexualidad está definida por el hecho de que los sexos son dos, dice. Habría dos universales definidos, por el solo establecimiento de la posibilidad de una relación entre el uno y el otro o entre el otro y el uno.
Una relación que solo podrá definirse cada uno precisamente por su diferencia, la del uno con el otro.
Esa relación no tiene nada que ver con lo que se denomina relaciones sexuales.
Fundar esa relación en universales, tal como el lenguaje lo exige, es decir, el universal hombre y el universal mujer, hace que la pregunta se sitúe en cómo pueden relacionarse, o, a decir mejor, si es posible que haya una relación.
Lacan partió de aquel axioma sostenido en el binarismo del significante (S) para llegar al “no hay relación sexual”. Lo que implica : no hay nada en el ser humano que asegure la existencia de una diferencia entre los sexos para establecer después de una relación normativa o no, entre ellos.
A partir de allí, entonces: ¿Cómo se relaciona el universal hombre con el universal mujer?
Hacer que el Otro sea ajeno por completo. Ese Otro A , ese Otro como vacío: Hotro.
Ese Hotro como vacío que hace escuchar la dimensión de Huno , un hay de lo Uno.
“Dije que lo que estigmatiza a esta relación, por estar profundamente subvertida en el lenguaje, es muy precisamente esto: que ya no hay modo-como no obstante se lo hizo, pero en una dimensión que me parece de espejismo-de escribirla en términos de esencia macho y de esencia hembra” [4]
Este Otro entonces, marca la imposibilidad de hablar en la sexualidad de una esencia macho y una esencia hembra.
Lo que constituye el Uno y lo que lo justifica es que se designa solamente como distinto, sin otra referencia calificativa. Porque solo comienza a partir de su falta.
Lo que está en juego en el Uno es la nada que se designa por su falta, sitio donde se hace agujero.
El Uno se relaciona con el Otro como lugar vacío
El Uno es el significante de la inexistencia en tanto no existe más que Uno.
En la discordia, dice Lacan, se funda en la oposición entre los sexos , en la medida en que estos no podrían de ningún modo instituirse a partir de un universal. Por el contrario, en el nivel de la existencia hallamos una oposición que consiste en la anulación, en el vaciamiento de una de las funciones: la del Otro. Ese vaciamiento encierra la posibilidad de la articulación del lenguaje.
El Uno se relaciona con el Otro como lugar vacío
Ya desde el inicio de su enseñanza Lacan trae el concepto de vacío, que va adquiriendo también distintos estatutos durante su obra.
En el seminario 7 «La Ética del psicoanálisis»5[5] Lacan ya hablaba de este «contenedor» que es el vacío, ese lugar con una función estructurante, tomando a Heidegger y la vasija. Luego en el seminario sobre la angustia, continúa hablando de vacíos y vasijas, en relación a las culturas y dice: «Con la vasija basta”6[6] Ahí está la relación del hombre con el objeto y con el deseo, como algo sensible y que sobrevive.
En ese seminario designa el lugar del vacío o el agujero y la constitución del objeto a.
«Tan solo se trata de un desecho que designa lo único que es importante, o sea, el lugar de un vacío» [7]
Es decir, es más relevante el vacío que el objeto porque el vacío en el sujeto es un hecho de estructura.
Lo que contiene a este objeto, a saber el vacío, es ese lugar en donde hay la falta.
En éste momento de su enseñanza la relación con el Otro va a dar siempre a ese lugar, al lugar de la falta de significante, que a su vez es lo que la hará posible.
Una relación con aquello de donde surge que haya significante. Punto que no puede ser significado.
Un vacío o falta que el sujeto cree, que colma con las formas del objeto a, pero se trata de una ausencia que ni el símbolo puede suplir.
Es un vacío con una dimensión paradojal y familiarmente extraña, paradojal en tanto que está pero que no se puede nombrar, y que se le presenta al sujeto a manera de lo extraño, lo extranjero.
El tao , el vacío y el Uno
Lacan trae al concepto chino de Tao, que significa tanto camino como enunciación, y que también designa el vacío.
El tao precede desde siempre a toda concepción ligada a la creación que no cesa de perseguirse y ser continuada por la criatura misma.
El tao no es solamente el sentido del mundo, sino también el principio único, el Uno que se sitúa antes del mundo manifestado, el ser puro e inmutable, premisa de todo. De esto Uno emana la vida.[8]
En Lituraterre[9] Lacan, en su desarrollo sobre la conceptualización de la letra, toma al oriente (Japón) para mostrar como se puede leer la escritura como la letra, como lo que hace referencia a un modo de vacío, un modo de división del sujeto que no es S, sino que está más de la lado de a minúscula.
“El desgarramiento de la letra en su relación con el cuerpo no inscribe el vacio de la división subjetiva que implica el semblante, sino más bien un agujero al que el goce siempre puede venir, para retomar el modelo”[10]
Siguiendo a E Laurent , la letra hace surco por la escritura, dejando un vacío que el semblante representa.
Ese desgarramiento de la letra en su relación con el cuerpo, ese desgarramiento del significante que se refleja entre la letra y el cuerpo, indica oportunidades de goce, acercándose a un modo de satisfacción.
Lacan entonces alude a ese desgarramiento, a las fracturas, allí donde hubo ruptura, en ese lugar donde la letra vino a inscribir el litoral, el borde de todo saber posible, transformar eso en una posibilidad de poder mantener junto lo que no se mantiene junto, lo real y el sentido, el hacer y el hablar.
Esa posibilidad Lacan la encuentra a través de su estudio de Oriente, en la idea de una transformación de esas rupturas en un vacío mediador.
Un vacío mediador que apunte a mantener junto, lo que por ningún medio podría mantenerse junto.
Interesa entonces, poder situar la articulación entre la letra, el cuerpo, y el efecto de envoltura que la rasgadura produce, como otra forma que tiene el cuerpo de obrar con el goce.
A este aspecto se refiere E. Laurent como el tao del psicoanalista, es pertinente con ese vacío que habla Lacan en el amor como significación vacía que tiende a la relación de un sujeto a Otro que no existe, a Otro que ya no llenará el vacío primordial.
Se abriría la dimensión de un nuevo amor, un amor no conocido, distinto, que un sujeto puede transcurrir en un análisis y del que se espera un nuevo amor, amor que sea litoral entre sentido y goce.
SI Lacan toma a Oriente para orientarnos, es para relativizar la estructura y aislar lo real de la estructura.
Ya no es solo mostrar cómo un vacío exterior e irreductible condiciona la estructura simbólica, la del lenguaje, sino también cómo dicho vacío es habitado por el cuerpo que goza.
Se abren las dos dimensiones: las operaciones propias del significante –metáfora, metonimia, etc, y las pulsaciones temporales propias del goce y la pulsión.
Entonces en la vertiente del goce entramos en el reino de Un goce.
El goce del Otro y el Otro goce se vuelven problemáticos, se duda de su existencia, y si existe no es del mismo nivel que el goce Uno, que es real.
Así el “no hay relación sexual”, se vuelve inevitable, y muestra que el goce depende del régimen del Uno.
En el hay Uno se termina el binarismo y empieza el campo del goce, el campo decisivo en la posición de cada sujeto sexuado.
El goce como tal es Uno, depende del Uno y no establece por sí mismo relación con el Otro.
Otro
Vacío
nocturno
taciturno
solo
Uno
Bibliografía:
-Bassols Miquel “La diferencia de los sexos no existe en el inconsciente” Ed Grama, CABA, 2021
-Lacan J El Seminario 19 “…o peor” Ed Paidós, Buenos Aires, Argentina, 2012
-Lacan J El Seminario 7 “La ética del psicoanálisis” Ed Paidós, Buenos Aires, Argentina, 2001
-Lacan J El Seminario 10“La angustia” Ed Paidós, Buenos Aires, Argentina, 2001,
-Lacan J “Lituraterre” , Otros escritos, Buenos Aires, Paidós.2001
-Lao Tse “Tao Te King.” Libro del Tao y de su virtud . Ed Cuatro Vientos y Cia Ltda, Santiago, Chile, 1990.
-Laurent E – Miller J.A “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”, Buenos Aires, Paidós, 2011
[1] Lao Tse “Tao Te King.” Libro del Tao y de su virtud . Ed Cuatro Vientos y Cia Ltda, Santiago, Chile, 1990.
[2] Lacan J El Seminario 19 “…o peor” Ed Paidós, Buenos Aires, Argentina, 2012, pág 93
[3] Ibid, pág 93
[4] Ibíd, pág 97
[5] Lacan J El Seminario 7 “La ética del psicoanálisis” Ed Paidós, Buenos Aires, Argentina, 2001
[6] Lacan J El Seminario 10“La angustia” Ed Paidós, Buenos Aires, Argentina, 2001, pág 203
[7] Ibíd pág 80
[8] Lao Tse “Tao Te King.” Libro del Tao y de su virtud . Ed Cuatro Vientos y Cia Ltda, Santiago, Chile, 1990, pág 9.
[9] Lacan J “Lituraterre” , Otros escritos, Buenos Aires, Paidós.2001
[10]Laurent E – Miller J.A “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”, Buenos Aires, Paidós, 2011, pág 289
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Lilian Giubetich
Practicante del psicoanálisis, Miembro de Acep. |