Cuando Lucas me propuso participar de esta sección me di cuenta que el inicio de mi experiencia en psicoanálisis es tan actual que sucede casi todos los días. Sin embargo, se me presentaron recuerdos de hace unos años, recuerdos que reconstruí, rearmé y volví a contar.
“Usted no puede estar jamás seguro que un recuerdo no sea un recuerdo-pantalla. Es decir, un recuerdo que bloquea el camino de lo que yo puedo localizar en el inconsciente. Es decir, la presencia -la plaga- del lenguaje. No sabemos jamás. Un recuerdo, tal como él es imaginariamente revivido – lo que es un recuerdo pantalla- es siempre sospechoso”.
Con esas palabras de Lacan en la Universidad de Yale (1975) propongo no ser leída al pie de la letra, y sospechar un poco de mis recuerdos. Dicho esto, ahora sí me pregunto: ¿Cómo comenzó mi experiencia con el psicoanálisis? Muchas cosas podría decir y asociar, pero para empezar sin demasiadas vueltas: sucedió casi sin que me diera cuenta.
Un día una analista a quien le tuve y tengo profundo cariño, luego de contarle un caso que me encontraba abordando en el marco de unas prácticas hospitalarias me dijo: Eso que pasó ahí, Emilia, eso es practicar el psicoanálisis. Me gustaría que lo compartas con tus compañerxs.
No me animé a preguntar si fue el silencio sostenido entre dos, o, un efecto, una palabra, una demostración de angustia o la cesión de objeto comentada lo que motivaba tal enunciación.
Esas palabras tomaron el lugar de un acontecimiento para mí, “ Eso que pasó ahí” y a los meses comencé mi análisis (el cual sostengo hasta hoy) con una pregunta que se sostiene desde el principio y aun 4 años después: ¿Quién soy?
Al mismo tiempo realizaba unas prácticas en el ámbito de la educación, con grupos de adolescentes de entre 14 y 18 años. Recuerdo también el desafío de pensar una institución, un grupo de adolescentes y el psicoanálisis. Recuerdo al arte y al juego como la posibilidad que encontré de trazar lazos y de que algo de lo que aparecía como encapsulado se moviera y pasaran cosas. Recuerdo haberme valido más de artistas que de psicoanalistas para transitar esa práctica y recuerdo también esta frase de Lacan en su texto homenaje a Margueritte Duras: “Pienso que un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar una ventaja de su posición: la de recordar que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera, y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino”. Recuerdo el alivio de no hacer de psicóloga.
Hace unos meses, en la institución donde trabajo una mujer enuncia: “Yo soy depresiva”, y continúa: “sólo soy depresiva”. Tras algunas asociaciones y recuerdos mencionados en distintos encuentros donde se ligaban fuertemente el deseo y el arte, insiste: “Eso ya no importa, porque ahora soy depresiva”. Concluyendo el encuentro y antes de que abriera la puerta dije: No me quedó muy claro ¿Vos quién sos?, y ante una risa y una sorpresa la respuesta: “La próxima te cuento”.
Todavía mi práctica sigue comenzando cada vez, al igual que mi formación. Todavía el arte y el juego siguen siendo una vía para trazar lazos dentro del psicoanálisis, y todavía me pregunto ¿Quién soy? Pero eso lo cuento la próxima.
![]() |
Emilia López
Gusto de los girasoles, los perritos y la lluvia. En general me tomo un tiempo y me río de cosas. |